Todo pareciera ser Palermo y es otoño. La ciudad es inabarcable, infinita, total. Parte del equipo descansa, mientras la otra trabaja envuelta en el sonido de las teclas de sus ordenadores. Todos se despiden, hacen maletas, comparten en familia; ajustan los mecanismos que les permitirán estar cerca de los suyos en la distancia. Nadie duda en partir, pero regresar siempre está allí. Nos esperan diez vidas excepcionales y hacia ellas vamos. Tendré que lavar algo de ropa antes de salir.
Segundo día de rodaje. Sobrevino Alejandro y cantó para todos. Marcela no se contuvo, asistimos a su liturgia. Es como empezar de nuevo, pero sin miedo. Después de todo la única obligación sincera entre los seres humanos es la amistad. Eso somos ahora, amigos. El domingo volamos a México.